sábado, 27 de septiembre de 2008

la cima del mundo


jode que te dejen plantado, desilusionado, decepcionado. seguro que hay cosas que joden más, pero yo soy especialmente sensible a estos episodios que, por más que intente evitar -muy fácil, no confiando demasiado en los demás- me siguen pasando una y otra vez

si tienes imaginación y energías... lo mejor, cuando te dan plantón es dedicarse a uno mismo. ayer, sin más, no esperé a que la tarde se me echase encima para quitarme la mala hostia del entrecejo. me calcé unas alpargatas con cámara de aire y me eché al monte, a correr, hasta que se me quitasen las ganas de matar. tocó apretar duro los puños, los dientes, y hasta el ojete, pero allí llegamos: la cima del Cerro del Aguila, a la hora del atardecer, con la brisa del Norte dándome aliento y el moribundo sol de otoño calentándome el lomo. la sensación de triunfo y soledad que se siente allí arriba es inigualable, y nos ha impulsado año tras año a los que lo conocemos a seguir subiendo, unas veces andando, otras en coche (con nocturnidad y compañía), otras en bici y, por fin, al galope

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