miércoles, 18 de julio de 2007

Gulliver

un poco de catalán nunca está de más. especialmente si es fácilmente reconocible y degustable: Calella, Roca Grossa, Barrio Gótico y Boquería, pollastre y butifarra, xorizo, amanida y truita (¿amanida y truita?) pozí. tapas, tapas y tapas. claras y tinto de verano.

una pausa en Valencia para descansar de el estrés de las hormigas, grillos y luciérnagas, y tener que subir la ladera de la piscina o bajar la de la playa y poner especial cuidado con la marea que no te moje la toalla y el insoportable agobio de tener que ponerse after sun y protección porque en este país sucede que hay sol (¡¡¡¡). y lo peor de todo, las chicas que se empeñan en quitárselo todo cuando llegan a la playa. y cuando se meten en el agua justo enfrente de ti. y cuando saltan con las olas. y las olas las revuelcan y las cubren de espuma y arena y sal marina. y la insoportable sensación de no saber si estás despierto o soñando.

por éso, Valencia era el lugar perfecto. símplemente la casa de Mª+, desayunos en 3D, tranvía a la Malvarrosa, de Copa América por el puerto y de tapa a tapa y tiro porque me toca, paseos por el Carme y el Turia... un poco de mundo real antes de zambullirnos en el Fib



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