domingo, 27 de noviembre de 2011

eufemismos

el otro día escuchaba una grabación en la que unos españoles describían sus domingos ideales. sus babeantes fantasías, apenas inteligibles para los aprendices del idioma, consistían en levantarse a las mil, no hacer nada, tal vez leer algo, comer tardísimo después de tomar el vermú, y abundantes eufemismos sobre hedonismo sexual matinal y vespertino.

mi domingo, este domingo, dista mucho de ser ideal por diversas razones: en primer lugar eufemísticas, pero también debido a la ristra de malas noticias que han marcado la semana.

sin embargo, todas estas circunstancias han contribuido al diseño y ejecución de un plan dominical perfecto: he puesto a sonar los Conciertos de Brandenburgo de Bach mientras agarraba la novela que empecé anoche y que, de nuevo, me ha inspirado un delicioso sopor; al cabo de un armónico sueñecito un rugido de mis tripas me ha despertado, e inspirado el desayuno perfecto: torrijas con jamón, tomate y aguacate, mientras calentaba la cocina asando unos pimientos en el horno. he acercado la hamaca a la estufa y, mientras tecleo esto, me asalta la duda : ¿me preparo otro café o me vuelvo de un brinco a la cama?

martes, 15 de noviembre de 2011

elecciones


elegir es uno de los verbos más complicados en español. desde el primer momento, tiene el problema del arabizante fonema /j/ que, además, en el presente de indicativo es representado arbitrariamente por las letras ge y jota. cuando llegas al Pretérito Indefinido se añaden alteraciones vocálicas -e por i- para ciertas personas. y cuando llegas al Subjuntivo, ¿cómo les explicas a tus alumnos que lo que era ge ahora es jota (aunque suene lo mismo) y que la e ahora es a... pero que no siempre?


si bien conjugarlo es un problema, empezar a usarlo nos plantea uno mayor: ¿qué? ¿cómo? ¿en qué circunstancias? los hay que lo tienen muy claro, los hay que dudan, y los hay que se toman su tiempo. también hay quienes esperan a ver qué hacen los otros.


en cualquier caso, hay situaciones en las que te ves obligado a elegir, forzado a tomar una decisión. y lo fácil realmente sería no tener que hacerlo. ojalá elegir fuera siempre una cuestión de bueno-mejor y no, como sucede casi siempre, de malo-peor


viernes, 11 de noviembre de 2011

onces

es una fecha importante del calendario, sin duda. y un gran apellido para un viernes: 11 del 11 del 11. conozco al menos a dos personas que cumplen años hoy y, en particular, uno de ellas cumple tres veces once: treinta y tres. ¡no recordaba que fueses tan joven, Bowie!
tengo un tiquet de la oficina de correos emitido esta mañana a las 11:11am, una buena hora para enviar una de las últimas cartas manuscritas y con sello de chupar que, seguramente, envíe en mi vida.
al salir de la Posta tenía dos mensajes y una llamada perdida en el teléfono. los tres me han alegrado el día y me han hecho pensar si la sonrisa en la cara ya la tenía de antes o no.

martes, 1 de noviembre de 2011

¡caraguapa!

nos lo decía la Tita con voz de urraca ronrroneante, mientras nos pellizcaba la mejilla, cuando íbamos a visitarla. o el consabido '¡caradebobo!', si ya no nos podíamos aguantar la risa a cuenta de alguno de sus desvaríos. los últimos años que hemos ido a visitarla al cementerio por Todos los Santos hemos seguido la broma... ¡pues no somos nada bromistas los moranes!

esta mañana he echado de menos esta tradición, y para consolarme he visitado uno de los muchos cementerios que tiene Budapest. a la entrada, pero sobre todo a la salida del Cementerio de Farkasréti, en Buda, nos hemos encontrado con un felino graznófono y picudo que parecía querer saludrnos a lo 'Conchita': ¡ca-ra-gua-pa!


el paseo por el cementerio parece más el que pudiera darse por un parque o jardín. algunos rincones me han recordado lejanamente al Victoria Park, o a alguna zona del Hyde Park londinenses.
aquí no sólo encontramos cipreses sino todo tipo de árboles, la mayoría de hoja caduca, en plena actividad otoñal esparciendo sus despojos multicolor por el suelo y el aire. naturaleza y necropolítica a partes iguales, me he deleitado en las suntuosas esculturas, los caprichosos mensajes y caligrafías, la siempre curiosa sonoridad y nomenclatura de los nombres húngaros, la delicada sencillez de la decoración de las sepulturas ajardinadas y casi siempre decoradas con velas.
he buscado las tumbas de Bártok y a Kodály sin éxito, pero hemos encontrado otras sorpresas...
y en algunas sepulturas las cruces no eran cruces, sino estrellas de cinco puntas


ya de noche, me he acercado al otro cementerio que está cerca del centro, el Kerepesi temető y he paseado a oscuras por sus avenidas anchas, entre esculturas imponentes y modestas sepulturas, robustos árboles y adustos panteones, cuyos contornos se adivinan por la multitud de velas y candelas de colores que las adornan. el espectáculo es único y sobrecogedor, cientos de miles de pequeñas llamas vibrando en el aire quieto de la noche, mientras visitantes y paseantes deambulan en respetuoso silencio. como lo que debieron de ser las catedrales góticas medievales, iluminadas tan sólo por velas y coloreadas por sus cristaleras, este jardín de luces de otoño hace palidecer cualquier decoración navideña moderna y no digamos ya las horteradas halloweenenses al uso. los susurros y el ruido de pisadas en la hojarasca delatan nuestra presencia. pero a veces una sombra que surge de entre los setos o las esculturas, o el roce en la mejilla de una hoja al caer nos recuerda dónde estamos y que son ellos, los muertos, los que están en su casa