domingo, 27 de septiembre de 2009

negra

por muy poquitos días, menos de una semana, no coincidí en Dublin con la celebración de los 250 años de la creación de Guinness. visité la fábrica, degusté in situ el 'oro negro', y no sólo eso: continué haciéndolo en los vespertinos momentos de asueto que mi misión allí me permitió. constaté cómo los dublineses se aplican religiosamente al grifo lento. la cerveza, como la buena comida, despacio

un día, hace un par de años decidí en un pub pedir Guinness en lugar de mi habitual pinta de Stella o Fosters. desde entonces, ya no se me ve con una rubia de la mano

pedir una pinta de Guinness es una de las primeras cosas que hago cuando visito Londres: esa cantidad satisfactoria de cerveza que refresca, levanta el ánimo... y alimenta

esta vez, no tuve que esperar a llegar a Londres para lucir una espumosa sonrisa: en Dublin, con un par

2 comentarios:

ronyiszka dijo...

egészségedre! :-)

tiocrú dijo...

MMMhhhh, creo que voy a aficionarme a esta grata experiencia que describes...