viernes, 9 de julio de 2004

Me voy de Madrid con la sensación de no haberlo catado. Extraño, si tengo en cuenta que he tomado pinchos en el Diamante, he visitado el Reina Sofía, he salido de cañas por Lavapies, un concierto, una siesta en el Retiro, metro, autobuses, atascos, una hora para aparcar, un paseo por La Latina con cañas y tapas, Sol, Cibeles cazando búhos, El Escorial, Hortaleza, M-30, calor, frío... Extraño...
De repente me he perdido en el espacio y en el tiempo, como un gas o una gota de tinta en una piscina.
Pero no lo he sentido, ni siquiera el eco, cuando pasé por enfrente de la fachada de Atocha. Ni cuando vi el plano de los trenes de cercanías y comprobé que una vez volví de Coslada en ese tren. He estado tres días en Madrid y no me ha dolido el alma. Hacen casi cuatro meses del 11 de marzo, el día en que, desde Londres, Madrid parecía lleno de muertos. Al día siguiente las calles se llenaron de gente muy viva, y tres días después los señores de la gaviota/B-52 se suicidaron generosamente y los nuevos señores fueron, con rosas en el puño, a darles el pésame.
Me alegro de haber encontrado tanta gente viva como dejé, tanta alegría como me llevé y una ciudad con los brazos siempre abiertospara mí.
Mañana vuelvo a Pucela


masimor@hotmail.com

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