lunes, 15 de septiembre de 2003

De vuelta en Madrid. Al trabajo temporal. A toro pasado de unas vacaciones sin viaje, sin playa, sin descanso, sin parar...

Por fin entregué mi proyecto de fin de carrera y el último obstáculo, cómo no, el trabajo de Datos. Pensé que nunca podría con ello, y no hubiese podido de no ser por la ayuda de Bibi y de Paquito (al que no conozco) y del portátil de Esther, claro. Agradezco buenas intenciones a Rubén y José Angel. Pero en general la gente de Sociología se caracteriza por lo canalla y egoísta. ¿Por qué será que nos quedamos colgados siempre los mismos?¿Qué teníamos que haber hecho para hacerlo bien?¿Qué nos faltaba o, mejor, qué nos sobraba? Me gustaría decirle a Modesto que lo mejor de la muestra no suele estar en el 95% central de una puta distribución "normal".

Fiestas de Pucela. Diez días de todo, alguno incluso en Salamanca (cuestiones académicas, y aún viejos compis de penurias). Demasiada psicotropía, aunque nunca es bastante. Y grandes sorpresas de gente, de personas que hacía tiempo que no veía o con quien no hablaba. Juan y Su, sobre todo. Ana Merino. Sebas. Javi Palencia. Nuria. Nacho y Gema.

Siento que en muchos aspectos comienza una nueva etapa. He acabado la enseñanza "obligatoria", aunque hay que tocar madera. Quiero sentirme libre un tiempo y hacer lo que quiera, irme lejos o muy cerca. Ahora el camino no está marcado. Ahora ya no me voy a salir del tiesto porque no hay tiesto, no hay camino, no hay límites ni metas. "Allá en el fondo está la muerte" -como diría Cortázar- pero no tengo miedo. "La vida es una frase hecha", dice Millás. A la mierda Millás.

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