martes, 5 de agosto de 2003

Quería titular ésto EL ULTIMO VIAJE DEL CORSARIO NEGRO

Tal vez no lo sea, pero yo lo viví como tal. El Corsario Negro es mi Opel Corsa, valiente navegante de las carreteras y autopistas peninsulares. Aún no ha muerto. Está conmigo, sin su tarjeta de ITV porque no la ha pasado. Para ello necesita financiación, pero hemos optado por dar descanso definitivo a una maquinaria modesta pero noble, de las que no te dejan en la estacada, y se portan en la aventura como si fuese la última. Al límite. Viajes de verano sobre todo, con amigos o amigas, a la costa o a conciertos, a dejarse caer en Portugal o a vivir a otra ciudad. Salamanca, Valladolid y Madrid han visto pasar por su asfalto al indómito corcel. Y otras ciudades que, de paso, nos daban cobijo, víveres o símplemente sombra y diversión.
El último vuelo, con Alvaro y Makita, a Jerez de la Frontera. Semi ilegales por lo de la condicional de la ITV. En plan comando, al límite para llegar a tiempo. Compartiendo el volante, con lo que me cuesta...El Espárrago, polvo, sudor y kalimotxo, el Corsario deslizándose por sobre los olivares y campos de girasol, a 40º y sin tregua.
Me siento muy triste por la pérdida, pero muy orgulloso por ese coche, mi primer coche, con el que he vivido mis primeras grandes aventuras en total libertad. Un coche a mi medida, perro flaco, duro y pupas. Alguien diría que mi coche era del Aleti, como yo, aunque sea del Barça. Un inigualable Rocinante para enfrentarse al mundo armado sólo con sueños y una armadura de piel morena.
Nunca he tenido un perro, ni se ha muerto un ser querido realmente cercano, de esos con los que compartes algún tipo de complicidad. Esto ha sido lo más parecido. Y ha sido duro, así que me espera mucho dolor en esta vida.

Desde aquí quiero enviar un último guiño de esos que le hacía cuando lo veía, aparcado, en la calle, cerca de casa. Y un último susurro al volante: "vamos, vamos, campeón", como solía decirle en los puertos y adelantamientos. Y también un último "gracias, guapo" como cuando al fin llegábamos, después de un largo viaje.

hasta siempre

1 comentario:

Galo dijo...

Veo que me comprendes... Es curioso como a veces un simple trasto, o en nuestro caso un coche, es capaz de dejar un gran vacío cuando ya no está.

Un saludo

http://mundopicho.blogspot.com