a la vuelta, Valladolid era un desierto:
ni un coche, ni un alma, ni una rata;
calles inquietantes como de mal sueño,
noche de martes puesta a secar
unos poquitos nos habíamos reunido en el Borsalino
como en familia, como cuando, en Londres,
quedábamos unos cuantos en un pub a ver un partido
de España, por la tele
pero esta vez la cita era a la una y pico,
que es cuando La 2 emite los Conciertos de Radio 3.
anoche era Arizona Baby o nada,
pues no había nada más ahí afuera
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