jueves, 21 de agosto de 2008

la milana (kia! kia!)


un día el espantapájaros se cansó de que los cuervos y tordos se descojonasen de él y decidió aprovechar su poder y sabiduría para hacerse crecer alas y pico y echarse al cielo. craso error, pues poco tardando, una bandada de mirlos lo vio y, reconociendo en él a su viejo enemigo, se lanzaron como hienas que son sobre sus negras plumas y lo desgraciaron. la broma no quedó aquí, sino que decidieron colgarlo, tal como estaba disfrazado, de la punta de una verga, para mofa y escarnio de todo aquél antropomorfo ser que osase imitar a las criaturas del viento. hala. 

moraleja: cada mochuelo a su olivo, y que cada palo aguante su vela

1 comentario:

manolai dijo...

sin embargo, los grajos ya no volvieron a asomar por allí pues el pobre pantapájaros lo era ahora de mal agüero. ni volvieron a comerse las peras limoneras del peral, pues estaba claro que se les iban a atragantar. y en resumidas cuentas, pasaron de más malos rollos y de dar de qué hablar