martes, 14 de junio de 2005

estéreo

dos semanas en que casi todos los días es mi día de suerte. lucky day, lucky boy! yeeah! ¿sería pesimista decir que probablemente se me pase? ¿que no va a durar siempre? me empiezo a caer mal, a resultarme insoportable. quiero decir, ¿no puede haber un término medio? o será más bien que me conformo con bien poco, como ese cuento de Millás en el que un tipo viaja del salón a la cocina pasando por el cuarto de baño y empieza a flipar con las cosas que ve: bidets, tubos por los que sale agua -¡fría o caliente!- a voluntad, botones que activan luces, el frigorífico... cosas que pasamos por alto a diario y no les damos la importancia que les hubiesen dado, digamos, G.H. Wells o J. Verne o G.Orwell o Galileo o Da Vinci (valga la redundancia) o Guttemberg. Pero no es éso, me he liado.
Esta mañana, escuchaba la radio (BBC2) y tomaba café, mirando por la ventana por la que entraban ya algunos rayos del sol que, puñeteramente, desaparecerá a las 11:30. Observando las pequeñas figuras que, en la pared de enfrente, de cristales, empiezan a situarse en frente de sus pantallas, de sus mesas, de sus papeles... llegaba el aroma del café molido...allí cortando tomates en rodajas. después pepinos. lechuga... más tarde separando plátanos de sus racimos y colocándolos en bandejas. bandejas de mandarinas y de manzanas... uvas. no deseaba estar en otro lugar en ese momento. tampoco cambiaría mi trabajo por ningún otro, en ese momento. recuerdo haber sentido lo mismo cuando trabajaba en la fábrica, en Gales.
puedo tener todos los motivos del mundo para ser feliz. o no tener ninguno. todo, según se mire

manolai@gmail.com

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué suerte tienes, mi niño... yo siento justo lo contrario

Bowie dijo...

qué grande, carnal!

ma apunto a esos momentos siempre que puedo, perfect day, que diría Lou Reed