el día, soleado y airoso primaveral, ha transcurrido bajo las copas aún medio desnudas de las hayas, entre sus troncos altos, esbeltos y poderosos como un pívot de baloncesto, junto a sus raíces que, junto al camino, sin pudor se muestran, como si el pívot luciese orgulloso sus zapatillas de marca.
la ruta elegida no es especialmente dura: un paseo de 7 km en el que no da tiempo a cansarse ni a aburrirse de los allegros del viento, los cambios de tono y luz y los intentos de encuadrar el paisaje. La senda termina en Pilisszentkereszt, pueblo que toma el nombre de Pilis, la montaña. las calles llevan su nombre en húngaro y eslovaco: la frontera, en Esztergom, está a sólo 15 km. encontramos una cukrászda donde tomamos café y krémes...
la foto imposible del día ha sido registrar la explosión de verde en sus distintas fases, el rumor de los brotes de haya silenciados por el viento poderoso e implacable
la foto afortunada ha sido la revolución blanquivioleta que nos ha sorprendido en pleno centro de Europa
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