un día, hace un par de años decidí en un pub pedir Guinness en lugar de mi habitual pinta de Stella o Fosters. desde entonces, ya no se me ve con una rubia de la mano
pedir una pinta de Guinness es una de las primeras cosas que hago cuando visito Londres: esa cantidad satisfactoria de cerveza que refresca, levanta el ánimo... y alimenta
esta vez, no tuve que esperar a llegar a Londres para lucir una espumosa sonrisa: en Dublin, con un par
2 comentarios:
egészségedre! :-)
MMMhhhh, creo que voy a aficionarme a esta grata experiencia que describes...
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