No me da pena que se acabe lo que no tuvo tiempo casi ni de empezar;
4 días en Valencia que ni vacaciones ni finde, sino todo lo contrario.
Han sido las horas extrañas de estar en un lugar casi nuevo que al mismo tiempo es casi familiar, las horas mágicas de dejarse mecer al ritmo de los demás, de sus quehaceres y deshaceres, de la brisa y el calor y el mar y el azahar, sintiéndome tan parte y tan ajeno, fuera del tiempo real
manolai@gmail.com
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