viernes, 18 de febrero de 2011

días radiantes

cruzo el Danubio varias veces al día. por la mañana, de la estación Margit Híd, por el homónimo Puente Margarita, hasta Oktogon, camino a la calle Vörösmarty, en tranvía. mis ojos se van al sur, hacia el Parlamento, el castillo y el palacio, y el elegante Lánchíd, el Puente de las Cadenas. a la vuelta mi vista prefiere la Isla Margarita y la orilla Oeste. por la tarde, otro camino: al norte de la isla, de la Plaza Flórian a la Avenida Váci, sobre el majestuoso Puente Árpád. El Danubio norte parece un mar. Szentendre en la distancia. a la vuelta ya es de noche

hay días grises, días con niebla, días con nieve o con lluvia. días de frío y días de sol. pero no hay día que no piense que Duna no puede ser más espectacular

sábado, 5 de febrero de 2011

santos que yo te diga

por aquí dicen que el 2 de Febrero, el oso sale de su cueva después de un largo letargo. en ese momento puede que se encuentre, adormilado y legañoso como está, con algo que le asuste: su propia sombra. en tal caso se vuelve corriendo adentro de su cueva a seguir durmiendo hasta que 'eso' se vaya. pero también puede que no se tope con su sombra, porque el día está nublado, y entonces prosiga su paseo en busca de un suculento desayuno. y así pone fin a su invierno, y trae primavera para todos

en la tierra de donde yo vengo, símplemente decimos "por San Blas, la cigüeña verás", que no significa casi nada, pues en mi tierra no tenemos primavera -ni otoño- sino diez meses de invierno, y dos de infierno. la tierra que me vio nacer sólo conoce el verano de Santiago a Santa Ana. en la tierra donde me crié las cigüeñas ya no se van -ni se vienen- y les da igual San Juan que San Manuel, no digamos San Blas

pero en mi tierra también decimos 'hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo', que no mienta a ningún santo ni animal, pero es tremendamente útil y sensato. y corrobora lo dicho en el párrafo anterior, dando también, así, la razón a Antonio Machado